Dicen que a la muerte de la tarde
cuando el sol comienza su huida y
la luna va imponiendo su
presencia rodeándose de oscuridad.
Se inicia entonces una batalla
en el horizonte, con proyectiles
de luz que iluminan y pintan
de color el cielo hasta ponerse
azul.
Pero la oscuridad que rodea a la luna
va desplazando del campo de
batalla a los rayos del sol, quienes
son atacados por nubes blancas
que van cubriendo y apagando su
luminosidad y los van empujando
hasta hacerlos desaparecer en su
trinchera marina.
Muerta la tarde y con el sol en
fuga, se presenta la luna
imponente en su entorno de
oscuridad. Y es en ese momento
cuando el sol comienza un desordenado
contra ataque, de todos lados lanza
rayos luminosos, como para no
dejarla reinar en paz.
Y es ahí cuando la luna, acosada
por el constante ataque, se lanza
al horizonte en busca del sol.
Dicen que a veces la luna se
camufla para confundir al sol.
Muchas veces se disfraza de una hoja
plateada que viaja, como llevada
por el viento, hacia cual sea su
destino.
Otras veces se envuelve en una manta de
nubes negras o se sonroja irritada
por la batalla.
Cual sea que fuere el disfraz, cada
día se enrumba al horizonte para imponer
su reino de oscuridad.
J.C.C.I.
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