La vida está llena de rostros jubilosos que
el tiempo se va llevando y que la memoria
se aferra a ellos para revivirlos.
Y no se si la humedad de las lágrimas
sean suficiente para apagar la flama del dolor,
que revive cada vez que la memoria trae del
recuerdo a esos rostros jubilosos.
Y su voz se oirá entre sollozos de recuerdo y añoranza,
y su imagen volverá borrosa por las lágrimas.
Y aunque quisiéramos arrancarle un abrazo alguna vez
algún día, sólo queda aferrarse al recuerdo de aquellos
rostros jubilosos.
J.C.C.I.
9/9/2009
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